martes, 7 de noviembre de 2017

Cómo reconocer el transtorno según la edad

Esta deficiencia afecta la lectura, la escritura y, por ende, el proceso de aprendizaje. La importancia de detectarlo a tiempo. Cómo deben actuar los educadores.

Detrás de un niño con dificultades en la lectura y en la escritura puede haber un menor disléxico. Un pequeño con problemas de comprensión y que se distrae con facilidad no necesariamente está desinteresado o requiera más esfuerzo para incorporar sus conocimientos. Un joven que fracasa en la escuela puede ser el resultado de un padre y un docente que fracasaron antes, al no detectar que se trataba de un estudiante que requería otro tipo de ayuda.


El niño disléxico debe poner tanto esfuerzo en las tareas de lectoescritura que tiende a fatigarse, a perder la concentración, a distraerse y a rechazar este tipo de actividades.
La dislexia es una deficiencia de la lectura, la escritura y el aprendizaje. Su causa es una alteración de las zonas cerebrales del lenguaje. Afecta a un 5% de los niños de 7 a 9 años, sobre todo varones. Se le atribuye una base genética y no está relacionada con la inteligencia.


¿Cómo puede ayudar el educador?


En la etapa escolar es posible apreciar pequeños detalles o signos que pueden hacer sospechar que un niño es disléxico.

Ante todo,el niño debe recordar que su actitud debe ser positiva y constructiva, ya que para tener éxito en los estudios el alumno disléxico sólo requiere una enseñanza diferente. Si bien sus necesidades particulares deberán ser atendidas por un profesional especializado en dislexia,los niños se cansan más rápido porque realizar una tarea les supone cinco veces más de energía que a sus compañeros. Copiar del pizarrón, por ejemplo, es una actividad agotadora para ellos le será muy útil la aplicación de las siguientes estrategias para aprender.

  • Tener bien claro lo que espera del niño, aceptando que haga preguntas durante las lecciones y asegurándose si entendió las instrucciones.
  • Comprobar que el entorno sea estructurado, previsible y ordenado, ya que los niños con dificultades disléxicos responden mejor cuando se dan ciertas premisas.
  • Aceptar y admitir que el alumno tardará más tiempo en aprender y que se cansará más rápidamente que los demás niños.
  •  Asegurarse que las instrucciones y explicaciones que se le transmitieron sean claras, de acuerdo al ritmo del niño y volviendo a repetirlas las veces que sean necesarias.
  • No utilizar jamás amenazas, ni súplicas o castigos para que mejore su rendimiento escolar, pues el niño no responderá y tendrá efectos negativos sobre su autoestima, su rendimiento y su confianza en usted.
  • Es altamente positivo, por el contrario, elogiar las capacidades del niño, sus fortalezas y sobre todo su esfuerzo y su coraje para enfrentar su dislexia, sin olvidar el dolor psíquico que ésta le produce.



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